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“LOS OFICIOS…”

El oficio del niño es descubrir curiosear la vida y jugarla y vestirla de blanco.

De blanco: nuevo, que no de blanco: limpio, ni de blanco: inocente.

De blanco: nuevo, porque cada una de las miradas de cada uno de los

niños sobre la realidad es un reinventar la vida es un hermoso principio,

una aventura diaria, y un auténtico privilegio, cargado de fuerza y de sentido.

El oficio del maestro es escuchar acompañar asombros y vestir los saberes de mañanitas.

El oficio del maestro es aprender (y aprenderse) es contar (y contarse) es soñar (y soñarse) en el festín de estrenar con los niños la alegría del conocer.

El oficio de la escuela es acoger respetar los encuentros dar aliento alimento

y coraje a las ganas de saber de averiguar y de estar con los otros en esto de la vida.

El oficio de los padres es querer, hacerle sitio al hijo, y regalarle las leyes y los cariños.

Es un oficio en el que todos somos aprendices, en el que con cada hijo hay un estreno, en el que el equilibrio suele ser inestable, en el que tanto los miedos, como las alegrías, abundan y chispean.

Es un oficio que igual nos pone en duda, que nos hace bailar.

Es un oficio que igual nos emociona, que nos escalofría.

Es un oficio viejo, que se vuelve nuevo con cada hijo, con cada padre, con cada madre.

Es un oficio humano, es un oficio hermoso, es un oficio dulce.

El oficio de los abuelos es admirar echarle un lazo a la vida emocionarse.

El oficio de los abuelos es comprender pisar con pies de plomo,

esperanzarse.

El oficio de los abuelos es sonreír ver magnífico al nieto regocijarse.

El oficio de los abuelos es disfrutar darle un quiebro a las penas

sentirse en calma.

El oficio de los abuelos es suspirar contar la propia historia, deshilvanarse.

El oficio de los abuelos es recordar contar cuentos sentidos recuperar memorias.

El oficio de los abuelos es confundir llamarle hijo al nieto soñarse joven.

El oficio de los abuelos es besar y besar consentir algún rato regalar lo incontable.

El oficio de los abuelos es dormir mal es buscar parecidos es jugar a empezares.

El oficio del juego es complacer hacer vivo lo inerte sacar flores del yermo.

El oficio del juego es divertir hacer nuevos los sueños volver danza el latido.

El oficio del juego es disfrutar hacer ser lo imposible volver bueno lo malo.

El oficio del juego es sorprender hacer útil el miedo volver la paja en oro.

El oficio del juego es rescatar hacer princesa al alma volver rey al mendigo.

El oficio del juego es liberar hacer dulce lo amargo volver risa lo triste.

El oficio del saber es agacharse, verse pequeño, reconocerse en la inmediatez de un reflejo de luz.

El oficio del saber es ignorarse, verse invisible, reconocerse en la sencillez de una piedra menuda.

El oficio del saber es explorarse, verse perdido, reconocerse en la desnudez de un vacío inquietante.

El oficio del saber es alegrarse, verse brillante, reconocerse en la esplendidez de un sorprendente hallazgo.



Mª Carmen Díez Navarro

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